Entre tiempos y espacios, para volver a mí

He aprendido que la vida es un viaje,
que no se viaja simplemente para conocer,
sino para llegar a conocerse.
Hay que ir despacio.
El espacio que me habita es incierto,
nunca es mío, tengo que conquistarlo.
Mis espacios son frágiles.
El tiempo los desgasta, los destruye.
Nada se parece ya a lo que era.
Mis recuerdos me traicionan,
el olvido se infiltra en mi memoria
Viajar y estar lejos.
Para ver aquello que siempre se soñó con ver,
o mejor descubrir aquello que no se había visto,
que no se esperaba, que no se imaginaba.
El tiempo es indomable,
no puedo controlarlo,
ni comprenderlo todo.
Los espacios van cambiando,
y yo me transformo con ellos;
y se deshacen como la arena que se desliza entre los dedos.
El tiempo se los lleva.
Viajar con el cuerpo o con las palabras,
Viajar en el tiempo o con el espacio,
Con las experiencias de la vida.
Ni siquiera hace falta cerrar los ojos
para que ese espacio se llene.
Al final me doy cuenta
que no sólo recorremos y habitamos el espacio,
sino que somos espacio.
Y me pregunto entonces...
cómo interpretar el tiempo fugaz
en este pequeño lugar donde permanecemos,
un tiempo que aún no me pertenece
y que no será mío para siempre.